lunes, 23 de mayo de 2011

La gran cena del mes

Entre trabajos, exámenes, proyectos y presentaciones mayo se torna como el mes más agitado del año...
Sin embargo, en cualquier época se puede buscar un ratito para currarse una buena cena en casa de breve preparación, a falta de tiempo para ir fuera (o para pensar dónde ir, acicalarse, salir de casa, llegar al sitio, cenar, copita de después de cenar, volver...).

Este es el menú del sábado, sin salir de casa pero de lo más especial:

1º- Ensalada de lechuga, canónigos, bacon crujiente, queso de cabra y piñones fritos, aderezada con una vinagreta de mostaza, miel y aceite de romero.
2º- Solomillo de ternera con foie por encima (vuelta y vuelta para ambos, la carne siempre punto menos)
3º- Maxibón cookie (la repostería siempre lleva demasiado tiempo y he de reconocer mi debilidad por este helado).
** Arzuaga crianza 2009

Con apenas tiempo para postear, he aquí un menú fácil de hacer y de lo más suculento... Eso sí, el ahorro es únicamente temporal, porque entre unas cosas y otras y al precio que está el foie... ¡acaba saliendo por un pico!

domingo, 1 de mayo de 2011

Esteban González: “Mi cocina va encaminada a cuidar al máximo el producto”

Después ser el hombre de confianza de Joaquín Felipe en el Hotel Urban, Esteban González pasó a convertirse en el jefe de cocina en el Hotel Hesperia Madrid, cargo que ostenta desde hace cuatro años. El pasado jueves 28 de abril, Esteban González, uno de los miembros del jurado del próximo Concurso de Tapas Monforte de Lemos, abrió la puerta de su cocina al equipo de Gourmeteando.blogspot.com




  1. Para ser chef está claro que hay que tener vocación, ¿de dónde nace la tuya?
La verdad que yo no tengo ningún tipo de vocación, encuentro la vocación trabajando y conociendo la profesión.

  1. Es decir, que después del tiempo que llevas trabajando, ¿ése sigue siendo tu motor?
    Sí, como en esto todos los días estás aprendiendo cosas nuevas, mi vocación está ahí, en el día a día.

  1. Pasaste de ser segundo de Felipe a dirigir tu propia cocina, ¿qué cambios se han producido de la etapa Urban a la etapa Hesperia?
    Felipe fue mi maestro y aquí me ha tocado volar solo.

  1. De la cocina de Carrillo, tu antecesor en Hesperia, a tu cocina hay un paso abismal. ¿Cómo definirías ese cambio?
    Bueno, son dos tipos de cocina diferentes. Mi cocina va más encaminada a cuidar al máximo el producto dentro de las limitaciones que tenemos y de las instalaciones.

  1. ¿Cuál crees que fue el paso más importante que tuviste que dar para que fuera TU cocina, el cambio que se produjo entre Carrillo y tú?
    Yo de Carrillo no puedo hablar porque no sé el tipo de cocina que hacía ni el servicio que daba porque no lo he vivido, todo lo que sé es porque me lo han contado, así que a partir de lo que yo me encontré aquí intenté cuidar al máximo el producto con las instalaciones que tenemos.

  1. ¿Crees que son mínimas esas instalaciones?
    Las instalaciones limitan muchísimo, porque si tienes unas instalaciones muy bien acondicionadas ganas en mano de obra, y si tienes unas instalaciones justas necesitas mucha más mano de obra y pierdes en calidad global de terminación de los platos, en calidad de la elaboración de platos… Vamos, que pierdes tiempo. Si tengo una cocina arriba me doy una mesa de 30 con dos cocineros arriba, si no tengo esa cocina tengo que tener a una persona exclusivamente para subir y bajar platos. Si tuviera unos hornos que no tuvieran doce años podría regenerar otro tipo de cosas que no me atrevo ahora a causa de la cocina. Al final las instalaciones hacen mucho si quieres dar ese puntito de calidad que un hotel de cinco estrellas se merece.


  1. A causa de la crisis y con motivo de reimpulsar La Manzana tuviste que trabajar mano a mano con Santamaría, ¿calificarías eso como otra nueva etapa?
    Sí, y una etapa en la que todos hemos crecido, yo el primero y mis cocineros detrás. Al final el concepto de cocina te va cambiando un poco, queriendo al producto más de lo que lo querías, y cuidándolo aún más de lo que lo cuidabas.

  1. Y después de trabajar con él, ¿con qué te quedas, cocina tradicional o tecno-emocional?
    La tradicional, por supuesto.

  1. Con motivo de la crisis las plantillas se han visto reducidísimas, ¿con cuantos cocineros cuentas tú?
    Quince cocineros. Parecen muchos, pero trabajando en un hotel cinco estrellas con 160 habitaciones, dos restaurantes, un bar, desayunos, room service y capacidad para 500 en los salones creo que quince cocineros para cubrir también la cocina por la noche se queda justo.

  1. ¿Y es posible sacar un servicio cinco estrellas con un personal tan reducido?
    Sí, es posible, pero el desgaste es mucho mayor y pierdes bastante en calidad.

  1. ¿Dónde prefieres trabajar, en el departamento de banquetes o en el restaurante?
    Al final, sin buscarlo y sin querer he acabado en un hotel. Está claro que en una cocina de un restaurante siempre puedes expresar un poco más, pero me gusta la cocina de banquetes también. Si me tengo que decantar prefiero no decantarme, simplemente me gusta trabajar en una cocina.

  1. Y el Hikari Sushi bar, ¿es un hijo tonto o un hijo mimado?
    Un hijo mimado, por supuesto, y es una cocina que ahora mismo está en alza.

  1. En tu cocina hay clara influencia asiática y más concretamente japonesa, ¿de dónde viene esa influencia y esa inquietud?
    De comer en restaurantes japoneses, y porque ese tipo de cocina respeta por encima de todo el producto.

  1. A principios de mayo comenzaréis en La Manzana, el restaurante principal del hotel, unas “Experiencias Gastronómicas”, ¿cuál será su temática?
    Comenzamos el 4 de abril con unas experiencias que durarán tres semanas y en las que vamos a trabajar sobre el cerdo negro. En las segundas, que se desarrollarán en junio trabajaremos sobre la cocina y los perfumes. Las terceras serán después del verano, a finales de septiembre, e intentaremos hacer una evolución sobre la cocina catalana adecuando platos tradicionales catalanes con platos de ahora. Y las cuartas experiencias, que van a ser las más divertidas, serán de cocina madrileña y haremos un concurso de recetas para que la gente nos envíe sus recetas y la ganadora será incluida en la carta. Además haremos un sorteo y tenemos preparadas algunas sorpresa.

lunes, 18 de abril de 2011

El Casino de Madrid junto a Paco Roncero

Ficharon a Adrià como consultor en 1998, y en el año 2002 obtuvieron la primera estrella michelín, para conseguir las otras dos hace un par de años. Aunque es integrante de una enormísima cadena hotelera, El Casino de Madrid se diferencia porque, entre otras cosas, brilla con luz propia.




Alrededor de 180.000 clientes pasan por aquí al año, grueso que en su mayor parte lo hace a lo largo y ancho de sus once salones, símbolo del lujo decimonónico madrileño aún vigente.



En palabras de Roncero “el restaurante es otro rollo”. Está diseñado por Jaime Hayón a partir de las experiencias que él sintió comiendo en la terraza, es un espacio ambientado en el producto que se oferta.




La parte más atractiva del Casino, el taller, se encuentra en lo más recóndito del edificio. Próximamente van a cambiarlo de sitio y a ampliarlo, con la idea de un lugar donde se creen experiencias únicas.


A la hora de hablar de su cocina, Roncero es muy claro y sincero: “llevamos una línea muy bulliana, porque llevamos con Ferrán desde el ´98, para lo bueno y para lo malo”.


Próximamente Paco Roncero abrirá otro de sus Estados Puro en la Plaza de Santa Ana, para el que ha creado el concepto GINTONIC & CHIKEN 

miércoles, 6 de abril de 2011

El restaurante Ramón Freixa

Con una capacidad total para 31 personas, el restaurante de Ramón Freixa en Madrid cuenta con una plantilla de 18 personas. Situado en el mismo edificio que el hotel Selenza, en el popular barrio de Salamanca, el restaurante guarda total independencia.


Ramón Freixa expone que se lo pusieron muy fácil para bajar a Madrid, otorgándole el local, independencia, libertad de acción… De forma que pudo hacer de su local lo que él quiso y para quien él quiso: “el cliente que quiero es el cliente que venga a disfrutar”.

La carta cambia continuamente, y como nota singular cabe destacar que el menú degustación viene comprimido en secuencias, por lo que puede llegar a darse en una hora y media.



Ramón Freixa asegura ser muy maniático con los proveedores, ya que “el restaurante empieza con la selección del producto. Para la comida de personal utilizamos los mismos productos, ya que es lo más importante”. “Mi cocina es una cocina de felicidad, es técnica, producto y servicio”.


“El mejor premio es tener esta casa cada día llena”.

“Mis únicos vicios son los libros y la ropa, e ir a comer a restaurantes”.

“Somos cocineros, artesanos, no somos artistas ni pop stars”.





lunes, 28 de marzo de 2011

Un templo de la gastronomía en el corazón de la Castellana

Sant Celoni abrió hace once años de la mano de Santi Santamaría, y en ese tiempo ha conseguido convertirse en un referente de la gastronomía en Madrid. Abel Valverde y David Robledo abrieron las puertas de este santuario a la II Promoción del Curso de Experto en Periodismo Gastronómico y Nutricional.


La sala, aunque es muy amplia, cuenta con tan sólo 13 mesas, porque el servicio en Sant Celoni viene marcado por una gran variedad de estándares que sería imposible con una capacidad mayor. Aquí, el trato personal y la atención al cliente rigen toda actuación, por lo que el espacio entre mesa y mesa es imprescindible para otorgar comodidad, lujo y buen servicio. Abel lo define diciendo: “queremos que el servicio sea atento, discreto, no pedante. Todo es un ritual”.



La bodega cuenta con alrededor de 550 referencias, de las que el 60% son vinos españoles, el 30% franceses, y el 10% proceden del resto del mundo. Una gran novedad de las cartas de vinos –hay una para blancos, otra para tintos, y otra para espumosos, espirituosos, dulces…- es que siguen un sistema de anillas, lo que permite actualizarla a la perfección, ya que quitando una lámina, se puede ofrecer exactamente lo que hay.


Tanto el maître –Abel Valverde- como el sumiller –David Robledo- prueban todos los platos de la carta, ya que quieren saber lo que ofertan y poder pensar en el tipo de cocina y en el tipo de cliente. Además, declaran que intentan “ser pioneros, para lo que hay que estar muy bien documentado, pendientes de las novedades”, para hacer de Sant Celoni un lugar único que una vez visitado reafirme su prestigio.


Ahora Sant Celoni tiene un hermano pequeño en la Calle Recoletos: La Cesta, con la filosofía de ser un pequeño templo para bolsillos más comedidos, ya que nació con la idea de acercarse a todos los públicos basándose en una cocina de producto.







lunes, 21 de marzo de 2011

El cocido más emblemático de Madrid

Si Madrid y lo que significa políticamente tiene un emblema, ése es Lhardy. Muchos gobiernos se crearon y se destruyeron a lo largo del siglo XIX en este restaurante que aún sigue siendo un lugar de reconocimiento en la capital.



Actualmente tienen abiertos tres salones, cuya capacidad máxima es de 160 personas en total, y sus nombres vienen de músicos de la época, ya que al ser el siglo XIX tan convulso políticamente en España, no se quería ofender a nadie.
Lhardy fue el primer sitio donde los Borbones acudían fuera de palacio, así como fue el primer lugar donde las mujeres podían acudir en ausencia de sus maridos.



Aconfesional y apolítico, Lhardy ha mantenido siempre una neutralidad característica, compaginando todo lo antiguo y original con los nuevos requisitos que va imponiendo sanidad.



Según Milagros Novo, la encargada de Lhardy desde hace 26 años, aunque hay un menú para gente joven, la carta se respeta muchísimo. Además, estima que no hay que tener miedo al precio, ya que el cocido completo son 35,50 € y en la tienda,donde los clientes son más de paso y lo que buscan especialmente son los hojaldres, los precios oscilan los de cualquier cafetería.

 

lunes, 14 de marzo de 2011

O´clock: clásica coctelería moderna

No hay duda de que la coctelería está en boga, y entre los locales de cócteles O´clock es un punto de referencia en Madrid. Ambientado en el típico salón inglés (que no irlandés), Carlos Moreno se encuentra al frente de este elegante bar que sin abandonar el clasicismo anglosajón pretende ofertar lo divertido de la coctelería.




O´clock intenta definirse por el momento, el ambiente viene dado por el día y la gente que se encuentre dentro, aunque siempre intenta encuadrarse dentro de la tertulia más que del baile.

O´clock cuenta con más de 95 ginebras, y según Carlos Moreno una cifra tan desmedida no está ausente de criterio: “no hay que tener por tener, hay que tener y saber qué hacer con ello”. Además, no vale sólo con buena materia prima, hay también que tener mucha dedicación: “cada grupo de personas requiere una atención diferente”, “yo cuando los cócteles no pienso sólo en mí, pienso en quién se lo va a beber”, “el resultado de un bar es que la copa vuelva vacía”.


Carlos Moreno deja claro en todo momento que la buena coctelería es una mezcla entre una solidez teórica y la imaginación: “¿quieres saber quién es un buen barman? Pídele un Old Fashion, y si te lo hace bien, es un buen barman”, “si no tuviera imaginación estaría haciendo coctelería clásica e interpretando canciones de otro”. Por eso, en O´clock, se encuentran los clásicos, los de O´clock, y los clásicos retocados de O´clock.


Moreno tiene dos sueños:
-          “Me encantaría tener un chiringuito en la playa y no cobrar, que se beba lo que yo quiero”.
-          “Otro en el que la carta no se altere”.






martes, 8 de marzo de 2011

Cerezas de invierno

La cocina es un arte, y la cocina de mercado una técnica de elaborar ese arte. Sin embargo, parece haberse extendido la noción de cocina de mercado como elemento indispensable de la buena cocina, cuando en realidad lo indispensable son los buenos productos en la cocina, que no implican necesariamente ser de temporada.

Resulta innegable aceptar la calidad extrema de algunos productos de temporada, pero resulta innegable aceptar la calidad extrema que se puede conseguir siguiendo los patrones adecuados a la hora de sembrar determinados productos en invernaderos que mantengan una tecnología conveniente.

Dentro de un mundo en el que los pesticidas están más que extendidos, en el que los métodos de conservación agropecuarios pasan por una directriz química, en el que la mayoría de fertilizantes contienen elementos sintéticos y en el que los alimentos transgénicos están a la orden del día, cuya principal característica es la transgresión alimentaria, me resulta irónico e hipócrita constreñirse en exclusiva a la cocina de mercado.

Igual que con los alimentos vegetales, es creciente la visión obcecada por consumir productos salvajes, cuando lo importante no es el medio en el que se cría un animal, sino que las condiciones de crianza sean óptimas para su uso alimenticio, independientemente del entorno en el que habite.

Creo que no sólo es importante saber si, por ejemplo, una corvina es salvaje o de piscifactoría, sino que también ha de primar el conocimiento respecto al hábitat natural de dicha corvina o los métodos de crianza de la corvina de piscifactoría, puesto que si la corvina salvaje fue pescada en el Golfo de México, me acecha una duda respecto a su calidad, mientras que la de piscifactoría puede haber sido alimentada por anchoas y sardinas supremas con la salvedad de ser en un ámbito cercado.

Por otro lado, es importante saber en qué entorno crecen verduras, frutas u hortalizas, así como las condiciones climáticas a las que han estado expuestas, ya que los invernaderos, dentro de su atemporalidad, suponen un freno ante las inclemencias del tiempo.

Sin ir más lejos, los cerezos del Valle del Jerte están comenzando a florecer, ¡en febrero! Lo que significa que cuando renazca el invierno tempestuoso con sus correspondientes heladas, hará mella en una cosecha que ya se vislumbra sin futuro. Puede que lo políticamente correcto sea comer las cerezas en junio, pero intuyo que las de este año no tendrán nada que reprochar a las Cherry Glamour que en breves se recolectarán en los invernaderos de Cataluña.

sábado, 5 de marzo de 2011

Menú exelente en Urkiola la Restaurant Week

Se encuentra en la calle Arturo Soria de Madrid, en una zona muy residencial que cuando cae el sol no invita a ser visitada. Se encuadra en una pequeña parcela vallada donde reina la calma, rodeada de bloques de viviendas ajardinados. Desde fuera puede pasar desapercibido, pero al traspasar la frontera de la calle no incita más que a ser visitado, pues la disposición de Urkiola Mendi en dos semi-salas con apenas seis mesas cada una lo convierten en un restaurante confortable y apacible que invita a pasar un rato agradable al calor de la gastronomía de producto.

Con motivo de las ofertas del Madrid Week Restaurant 2011 nos dirigimos a Urkiola Mendi con el menú preestablecido, por lo que decidimos aconsejarnos también en el vino y apostar por un crianza de Segovia, sugerencia de la casa en la carta de vinos.



Primero nos encontramos ante una ensalada que mezcla el amargo de la escarola con el dulzor de una vinagreta de frutos rojos y se acompasa con la contundencia del queso de cabra, lo que nos hace acomodar el paladar para el siguiente plato: unas alcachofas con jamón en salsa verde, de textura ligera y sabor muy potente.


Para terminar la degustación de entrantes el menú ofrece croquetas “de la casa”, de cigala y cocido. Soberbias, realmente “de la casa”, como la haría mamá, pero de cigala y de cocido.

Los segundos comienzan con txipirones en su tinta sobre migas, mezcolanza curiosa que asombra por su personalidad en primer lugar, y por su gran sabor y éxito en boca después.


Para terminar los platos fuertes, hamburguesa de buey gallego hecha al punto perfecto, con mostaza y salsa de tomate casera. El menú finaliza con un “postre vasco” que bien podría ser una tarta de Santiago, pero la textura que lo identifica es mucho más cremosa y al paladar es más dulce.

Cabe destacar que el maridaje del menú con el vino sugerido fue toda una sorpresa, puesto que el resultado de una cocina tan variopinta con un vino tan de Segovia fue magnífico.

Rogelio tuvo siempre claro que quería hacer una cocina de temporada, donde el cliente pudiese disfrutar de una buena cocina basada en la calidad de los productos que ofrece. Es posible afirmar que lo ha conseguido: la carta y los menús especiales varían prácticamente cada mes, siguiendo los patrones que marcan la temporalidad de los alimentos.



domingo, 27 de febrero de 2011

Pedro Espina es: Soy

Se marchó a Japón por las artes marciales y volvió enamorado de la cocina –y de su mujer-. Pedro Espina, a pesar de no anunciar Soy, su restaurante, ha influido sobre manera en la cocina de vanguardia, y reconoce que lo oriental está de moda, aunque lamenta que “con las modas se olvida la esencia”.


“Soy muy feliz porque hago todos los días lo que me gusta. Además soy yo quien ha impulsado esta cocina en este país, y al ser impulsor he visto pasar a todos.”


Pedro Espina denuncia que en España se conoce el estereotipo, pero no lo que es la cocina japonesa, ya que aquí no existe la honradez que existe en Japón, donde el cocinero se está preparando durante mucho tiempo. “Mi preparación fueron 8 años, 3 años me tiré sólo lavando arroz”.


Según el propietario de Soy, la cocina japonesa se basa en la armonía, que es la forma de vida en Japón, su forma de interpretar las cosas. “El guiso japonés se compone de muchos ingredientes, y lo que se intenta conseguir es la armonía total en el paladar. Lo importante es que el sentido gustativo sea armónico, no tenga picos, sea llano. Si un solo ingrediente pierde textura, sabor… o si no hay armonía visual, se ha perdido el equilibrio del plato”.


Pedro Espina hace hincapié en que el cocinero de cocina japonesa tiene que interpretar muchas cosas: respeto al ingrediente –que es un ser vivo-, interpretar al alfarero y lo que quiere transmitir con las diferentes cualidades del plato, y descubrir que lo simple no es sencillo, sino complejo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Ángel Palacios quiere “un concepto de cocina creativa”

“Mi sitio es la cocina, si alguien me quiere venir a ver tiene que venir a la cocina, yo no salgo a la sala”. Tras escuchar estas palabras del chef Ángel Palacios, es fácil comprender qué es lo primero que se ve al adentrarse en La Broche. Sin embargo, Ángel Palacios no olvida la importancia de todo el conjunto de un restaurante, por lo que todos los platos los terminan los camareros. “Es importante que haya una sinergia entre sala y cocina, esto al fin y al cabo es una obra de teatro”.


Tras preguntarle cómo definiría su concepto de cocina, Ángel no se lo piensa: “La nueva tradición, hacemos cocina tradicional con nuevas tecnologías. No podemos intentar crear platos o conceptos todos los meses, así que creamos una línea sobre la que evolucionar”.

En una visita a La Broche, Palacios comienza a construir la casa por los cimientos: la cocina. Tras realizar un breve recorrido, reconoce que en La Broche “trabajan muy a la antigua escuela”, pero con una innovación. Aunque haya persona dedicada exclusivamente a cada tarea, cada vez que se cambia la carta –cada dos meses y medio–, la cocina también cambia “para que todos sepan hacer de todo. Es divertido, pero la primera semana están todos como locos”.



Se entrevé una espinita cuando habla de Arola: “Nos quitaron las estrellas cuando se fue Sergi, así que fue renacer. Es más complicado que empezar realmente de cero”, aunque no es a él a quien le atribuye el descenso de público: “Mantener el nombre ha sido el error más grande a nivel marketing. Todavía entra gente preguntando por Sergi”. Sin embargo, ante las adversidades Ángel se muestra claro, lo que está haciendo ahora es lo que quiere hacer, ahora están dando su concepto de cocina, que es lo que quiere dar.

Respecto a su concepto, Ángel Palacios lo tiene claro: “es importante lo visual, el olor y las texturas”. Él quiere que en La Broche se cuide todo, por eso desestructuran todos los productos y juegan con la textura, por eso utilizan los olores, y antes de comenzar con el postre el camarero rocía la mesa con perfume de galleta, por eso entra en juego el tacto, y casi todos los snaks se comen con los dedos, “es más divertido, se disfruta más”.

jueves, 10 de febrero de 2011

De cañas por el mercado de San Miguel

Poder degustar lo que se va a comprar es lo asombroso del mercado: desde el vino o hasta el sushi, pasando por las trufas y las ostras.



En la entrada, a la derecha, un puesto de flores y hierbas aromáticas, a la izquierda, un puesto de verduras, frutas y hortalizas. Al frente, un pasillo transversal repleto de gente tomando algo como si estuviera en un bar. San Miguel ofrece muchas cosas en una, a la vista está que no es un mercado corriente.

Situado en la plaza del mismo nombre, muy cerca de la Plaza Mayor de Madrid, el mercado de San Miguel supone un lugar emblemático de la ciudad. Con la idea de crear un puesto para cada variedad de producto, la política del mercado es ofertar género de alta calidad y que el cliente se haga partícipe de ello: los alimentos se pueden comprar por unidades y probarlos in situ.

Lo innovador de este mercado no es sólo poder degustar lo que se va a incluir en la cesta de la compra, sino que también ofrece un servicio de restauración en pleno centro de Madrid. Abierto de 10 de la mañana hasta las 12 de la noche –hasta las 2 si se trata de jueves, viernes o sábado-, San Miguel ofrece puestos de cervezas, vinos, finos o cócteles, como si se tratara de cualquier bar de la zona.


La diferencia física del Mercado de San Miguel respecto al resto, es que es el único mercado de hierro que se conserva. Su construcción se produjo entre 1913 y 1916, bajo la dirección de Alfonso Dubé y Díez, y fue remodelado en 1999 por la Comunidad de Madrid. Además, la tarea de hacer la compra en invierno se facilita gracias a la multitud de estufas de que está dotado, situadas cada pocos pasos para convertir el entorno en un lugar afable y acogedor.

Hacia el año 2000, la sociedad El Gastrónomo de San Miguel se propuso resucitar el mercado con el objetivo de convertirlo en Centro de Cultura Culinaria, cuyo protagonista sería el producto sin abandonar el espíritu tradicional de mercado.

La variedad de productos que oferta el mercado lo convierte en un centro de gran riqueza gastronómica, pues es posible adquirir alimentos y bebidas de muy diversa procedencia sin tener que caminar más de 30 metros. No tener ideas para una cena en casa ya no es un problema, ya que todos los puestos cuentan con profesionales y expertos al servicio del cliente.

Salir a hacer la compra se convierte en una actividad lúdica y no de necesidad gracias a esta apuesta de El Gastrónomo de San Miguel. Ya no es necesario tener una idea preconcebida de lo que se quiere cocinar: puede uno llegar sin saber qué va a meter en su cocina, y salir con ideas distintas para más de una semana.

Según se entra, los clientes se encuentran con una cervecería donde puede adquirir unas cañas que les acompañen durante la visita al mercado, y si no tiene una idea clara de por dónde empezar, pueden quedarse tomando unas tapas mientras se deciden.
Posteriormente se encuentra un puesto donde se oferta una gran variedad de champagnes, para aquellos que se decidan por un aperitivo más fino. Un gran acompañamiento para los espumosos se encuentra en las inmediaciones de este puesto, a menos de diez metros a la derecha: las ostras.

Daniel Sortut es la empresa encargada de este puesto, que cuenta con 3 variedades de ostras. Lo importante de esta compañía es que no compran el género, sino que se encargan ellos mismos de criarlo. Cualquier cliente puede disfrutar de la degustación de una ostra a partir de 1,5 €, y si se queda con ganas de más, adquirir las que le plazca.

En las inmediaciones de Daniel Sortut, el consumidor se encuentra con un puesto de pasta artesana, donde podrá adquirir también alimentos de alta categoría, así como alimentos para los paladares más selectos: las trufas. Cuenta con diferentes variedades de trufas, tanto blancas como negras, e igualmente aquí podrán adquirirse por unidades.

Para los clientes más cosmopolitas que la tipicidad francesa se le quede corta, yendo hacia la parte izquierda del mercado se encontrarán con Sushimarket, un puesto dedicado a la gastronomía japonesa donde se ofertan multitud de sushis, tatakis, makis… Así como una alta gama de salsas orientales que le darán a los platos un aire distinguido y exótico.

Para los visitantes del mercado que prefieran una cocina mediterránea, justo al lado del sushimarket encontrarán un puesto especializado en aceites, donde el de oliva es el gran protagonista; y enfrente, se encuentra la pescadería al más puro estilo tradicional, que además cuenta con una alta variedad de tapas cuyo componente básico es el pescado.

Si el cliente se dirige hacia el lado opuesto del mercado, encontrará en la zona central gran variedad de puestos donde podrá adquirir multitud de tapas clasificadas por temática gastronómica: perritos calientes, hamburguesas, empanadas, alimentos del mundo, Vol au vent de huevas, patatas fritas, palomitas…, así como un puesto especializado directamente en tapas gourmet: brocheta de pollo con salsa caesar, brocheta de tomate cherry & mozzarella fresca, brocheta de langostinos & alcachofas, papas arrugás con mojo picón…

Respecto a los puestos de bebidas, cabe destacar el Despacho del Vino, donde a parte de gran variedad de frutos secos, se pueden obtener todo tipo de aperitivos: vermouth, finos, manzanillas, sangrías, rebujitos…

Cuando el cliente haya encontrado los productos principales para su menú, se puede dirigir a la esquina derecha del mercado, donde encontrará la Cacharrería, donde podrá comprar cualquier tipo de menaje específico para el proceso de elaboración de sus comidas. En las inmediaciones de esta tienda se encuentran los puestos de lácteos, helados y dulces, donde se oferta una gran variedad de suculentas terminaciones para cualquier tipo de banquete.




Para finalizar la visita al mercado de San Miguel, es cuasi obligatoria la visita a la Librería, donde se pueden adquirir libros de turismo, guías de Madrid, recetarios, manuales de productos según tipología de alimentos primarios o según tipología de platos cocinados, libros de pasta, arroces, café, patata, cócteles…

Este puesto ofrece una visión más allá que la simple adquisición de productos, ya que aun teniendo la materia base, a veces es muy práctico encontrar una guía que facilite la elaboración, sobre todo después de haber estado de cañas durante la visita al mercado.