sábado, 5 de marzo de 2011

Menú exelente en Urkiola la Restaurant Week

Se encuentra en la calle Arturo Soria de Madrid, en una zona muy residencial que cuando cae el sol no invita a ser visitada. Se encuadra en una pequeña parcela vallada donde reina la calma, rodeada de bloques de viviendas ajardinados. Desde fuera puede pasar desapercibido, pero al traspasar la frontera de la calle no incita más que a ser visitado, pues la disposición de Urkiola Mendi en dos semi-salas con apenas seis mesas cada una lo convierten en un restaurante confortable y apacible que invita a pasar un rato agradable al calor de la gastronomía de producto.

Con motivo de las ofertas del Madrid Week Restaurant 2011 nos dirigimos a Urkiola Mendi con el menú preestablecido, por lo que decidimos aconsejarnos también en el vino y apostar por un crianza de Segovia, sugerencia de la casa en la carta de vinos.



Primero nos encontramos ante una ensalada que mezcla el amargo de la escarola con el dulzor de una vinagreta de frutos rojos y se acompasa con la contundencia del queso de cabra, lo que nos hace acomodar el paladar para el siguiente plato: unas alcachofas con jamón en salsa verde, de textura ligera y sabor muy potente.


Para terminar la degustación de entrantes el menú ofrece croquetas “de la casa”, de cigala y cocido. Soberbias, realmente “de la casa”, como la haría mamá, pero de cigala y de cocido.

Los segundos comienzan con txipirones en su tinta sobre migas, mezcolanza curiosa que asombra por su personalidad en primer lugar, y por su gran sabor y éxito en boca después.


Para terminar los platos fuertes, hamburguesa de buey gallego hecha al punto perfecto, con mostaza y salsa de tomate casera. El menú finaliza con un “postre vasco” que bien podría ser una tarta de Santiago, pero la textura que lo identifica es mucho más cremosa y al paladar es más dulce.

Cabe destacar que el maridaje del menú con el vino sugerido fue toda una sorpresa, puesto que el resultado de una cocina tan variopinta con un vino tan de Segovia fue magnífico.

Rogelio tuvo siempre claro que quería hacer una cocina de temporada, donde el cliente pudiese disfrutar de una buena cocina basada en la calidad de los productos que ofrece. Es posible afirmar que lo ha conseguido: la carta y los menús especiales varían prácticamente cada mes, siguiendo los patrones que marcan la temporalidad de los alimentos.



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